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Roberto Jaramillo: “Estamos en una situación de crisis de valores”

Por Yolanda Menadas | Fotografías de Ana Enguídanos Baena

El despacho de este estudiante de Ingeniería de Caminos, Canales y Puertos es austero, tan solo hay un cuadro en la pared. Colgado, el mapa comarcal de la provincia de Valencia. Roberto Jaramillo es diputado provincial, aunque en esta ocasión, queremos hablar con él sobre su labor al frente de la Concejalía de cooperación al desarrollo y migrantes, transparencia, gobierno abierto y auditoria ciudadana.

En dos años, ha multiplicado por cinco el presupuesto, ha hecho partícipes a los vecinos del municipio y ha convertido palabras en hechos. Todavía no ha terminado la carrera, pero, gracias a su labor en el Ayuntamiento, ya ha construido un camino a seguir, infinito, como él mismo dice, pero acompañado por la sociedad civil.

Comunicación Social Alberto PLa
Roberto Jaramillo | Fotografía Ana Enguídanos Baena

¿Cuáles son los mayores logros conseguidos esta temporada?

Cuando nosotros entramos en el ayuntamiento de Valencia, no estábamos ni en el 0,1% del presupuesto. Lo primero que hicimos fue darle la importancia política que creíamos que tenía, para eso, creamos la Concejalía como una concejalía propia. En segundo lugar, no podíamos quedarnos solo en palabras, tenía que haber hechos y para que hubiera hechos tenía que haber un presupuesto con el que se pudiera trabajar. Y multiplicamos por cuatro el presupuesto en cooperación. Nuestro objetivo es que en 2018 estemos en el 0,7% de recursos propios, este año estamos ya en el 0,52%. Otro logro es el trabajo que se ha hecho de participación, con la ciudadanía y las organizaciones. Hemos montado los consejos locales de inmigraciones y cooperación, que no existían hasta ahora. Y nuestro objetivo es que se trabajen las políticas públicas en esta materia. Además, está también la Universidad o la Generalitat, para que haya coherencia de políticas de unos y otros… Creo que nos alimenta a ambas partes y nos ayuda. Y damos relevancia a las organizaciones, de hecho, intentamos que los consejos locales se realicen en el pleno del ayuntamiento para darles esa relevancia y que tengan voz propia.

En cuanto a inmigración, esta ciudad es de las pocas ciudades grandes que no tiene un albergue municipal, por ejemplo. Tenemos todo externalizado, normalmente, vinculado a la Iglesia, que no pasa nada, pero sería interesante que la ciudad de Valencia tuviera un albergue municipal, que además, es una petición de las organizaciones. Tuvimos que gestionar también el tema de los refugiados y asilo, como sabéis, ha sido uno de los banderines que ha habido a nivel político de los últimos años, especialmente, por la situación de Siria, pero hay que decir que ésta no es una situación de Siria, sino de todo el mundo. Hay más de 62 millones de refugiados en todo el mundo, es una situación dramática y los estados están respondiendo desde el miedo, cerrando fronteras. Desde las ciudades estamos intentado ser más cercanos a las peticiones que nos llegan de la ciudadanía y nos piden ser más solidarios. En este sentido, nosotros empezamos a colaborar con CEAR, Cruz Roja y ACCEM. Y más allá de si vienen o no vienen refugiados sirios, en nuestras ciudades ya hay personas que han sufrido la movilidad forzosa, desde el repunte de venezolanos hasta el conflicto de Ucrania a los que ya venían de por sí por la frontera sur. Hay personas en nuestras ciudades y hay que darles una respuesta y eso es lo que estamos gestionando, creo que lo estamos haciendo bien, aunque nos gustaría hacerlo de una forma más eficiente y rápida, pero los tiempos de la administración son bastante más lentos de lo que nos gustaría.

 

Esta gestión junto con CEAR, Cruz Roja y ACCEM se traduce en “La Nostra Ciutat, el teu refugi”

Exactamente. Y tenemos otros proyectos. La dinamización de la intervención sociocultural en la ciudad es muy importante para nosotros. Hasta ahora nos estaban llegando muchas propuestas para hacer actividades conjuntas de muchas organizaciones, pero quedaba un poco discrecional, ligado a la decisión del concejal. Entonces, hemos creado una comisión específica dentro del consejo de inmigración que dinamiza esas actividades socioculturales con días inclusivos, por ejemplo, y eso también es diseñar políticas públicas. Los grupos de trabajo van a seguir potenciándose, van a seguir apareciendo más actividades… por ponerte un ejemplo, a principios de mes, se convocaron más de 13 reuniones en menos de dos meses, eso explica a qué nivel de fluidez y cercanía estamos trabajando con las organizaciones.

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Roberto Jaramillo | Fotografía Ana Enguídanos Baena

¿Cuáles son las metas que no se han logrado y en las que debemos seguir insistiendo?

Debemos empujar los proyectos porque el trabajo que se puede hacer aquí es infinito. Y tampoco podemos estar todo el día creyendo que vamos a inventar la rueda y vamos a encontrar el sistema por el cual vamos a concienciar mejor que nadie. Lo que sí que queremos es que desaparezca la endogamia. Yo tengo muchas veces la sensación de que estamos sensibilizando a los que ya están sensibilizados y para evitarlo debemos intentar incorporar a la ciudadanía, preguntarles qué desean y cómo involucrarles. Por ejemplo, con “La Nostra Ciutat” involucramos a las Fallas, el tejido social más fuerte de esta ciudad. Más que crear nuevos proyectos, lo que queremos es gestionar más y mejor lo que existe.

Hablábamos de las Fallas, ¿qué papel juega el sector privado y la sociedad civil?

Es verdad que hubo un momento en el que el sector privado se sumó de una forma bastante fuerte, a raíz de la imagen del niño muerto en la playa y hubo ofertas de muchos tipos: desde ilustradores hasta pequeñas empresas que se ofrecían, consorcios de médicos… incluso está el caso de la naviera que se ofreció a poner un barco para traer refugiados. Pero costó traducirlo en algo, también por el bloqueo del gobierno estatal. Pero yo creo que lo que hay que decirle al sector privado es que las personas que han sufrido movilidad forzosa ya están aquí. En cuanto a sociedad civil, hemos hecho cosas muy interesantes. Cuando hubo la ola de solidaridad hicimos una página web donde la gente que quisiera aportar algo, pudiera hacerlo. Como ayuntamiento, no podemos gestionar voluntariado, por eso, hicimos unas jornadas donde reunimos organizamos y voluntarios para poner a unos en contacto con otros. También trabajamos con institutos, los alumnos escribieron cartas a Mariano Rajoy pidiendo que abriera las puertas, hicieron un concierto en el ayuntamiento… para nosotros era muy importante porque cuando se trabaja con chavales, se trabaja doblemente. También hicimos unas jornadas internacionales donde participaron personas de todo el arco sur del Mediterráneo, de esta forma, pusimos en contacto a unos y otros con el fin de ser más eficientes y poder salvar más vidas. Y de esas jornadas, nosotros sacamos un decálogo que es la Hoja de Ruta de la Concejalía.

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Roberto Jaramillo | Fotografía Ana Enguídanos Baena

En estos momentos, todos los países son países en desarrollo sostenible y la Generalitat Valenciana es pionera en la puesta en marcha de los Objetivos de Desarrollo Sostenible ¿Qué medidas cree que se han tomado para conseguirlo?

Aquí quien está tomando el liderazgo y hay que reconocérselo es la Generalitat. Está llevando una campaña muy potente en relación a la cooperación liderada por Federico Buyolo, con el que hemos trabajado muy bien. Intentaron que cada ciudad del País Valencià asumiera como propio uno de los ODS. No tiene sentido bombardear a un municipio pequeño con los 17 ODS de golpe, en un ayuntamiento como Valencia sí. Pero se intentó involucrar a todas las ciudades. Nosotros somos “Hambre Cero” y estamos realizando un trabajo transversal, a través de mercados, servicios sociales… porque estamos hablando de consumo de proximidad y soberanía alimentaria. Y una de las medidas es cerrar la plaza del Ayuntamiento una vez al mes para motivar la compra de productos de proximidad de l’horta, que también se relaciona con el acuerdo de la FAO, en el que Valencia va a ser ciudad Mundial de la Alimentación. Hay una sensibilidad muy importante en todo el gobierno.

De esta forma, traemos los ODS a nuestro entorno más cercano…

Exactamente. Y con nuestras realidades. Ahí yo creo que la estrategia de la Generalitat en buena: que cada ayuntamiento lo lleve a su realidad.

En España, los ODS peor parados son los objetivos que tienen que ver con el  empleo, la investigación, el reciclaje de residuos municipales, la biodiversidad o la ayuda al desarrollo. ¿En qué tipo de medidas el ayuntamiento debe seguir insistiendo?

Es normal que estemos en los últimos puestos, veníamos de los recortes del Estado y la cooperación al desarrollo fue una de las partidas que más sufrió los recortes. Al menos, las ciudades del cambio sí estamos haciendo el contrapeso, aunque nuestro presupuesto no tiene nada que ver con el del Estado y no podemos hacer milagros, aun así nuestro objetivo es llegar en esta legislatura al 0,7% de recursos propios. Y muchas de estas materias son competencia del Estado.

Pero también aparece el reciclaje de los residuos municipales.

Ahí si podemos mejorar. La Concejalía de Medioambiente está haciendo un gran trabajo. Se ha hablado mucho de los contenedores soterrados y de los orgánicos, pero tampoco hace tanto que pasamos a los tres contenedores. Yo creo que esto es un proceso y aquí el municipio sí tiene capacidad para hacer cosas.

Y el ayuntamiento también está moviendo proyectos para mejorar la tasa de empleo…

Se ha aprobado hace poco un plan, también se habló del turismo… pero para nosotros en importante no precarizar. No solo que el número de empleos aumente, sino que desaparezca esta situación en la que personas que están trabajando, estén bajo el umbral de la pobreza. Yo creo que cuando se habla de empleo, hay que hablar también de empleo digno.

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Roberto Jaramillo | Fotografía Ana Enguídanos Baena

Si ahora cerráramos los ojos y al abrirlos estuviéramos en 2030, ¿qué le gustaría encontrarse?

Muchas cosas, probablemente. Pero la sensación que yo tengo desde hace ya bastantes años es que estamos en una situación de crisis de valores. Todo lo que está pasando con el tema del refugio nos lo dice. Me gustaría volver a los años 1950, posteriores a la Segunda Guerra Mundial, en la que todo el mundo diga basta ya. Y hay cosas que son innegociables. Me gustaría que todo el mundo tuviera incorporado los principios fundamentales por los que se creó también Europa, como sociedad en conjunto, la defensa de los derechos humanos.

Si abriera los ojos en 2030, me gustaría que no hubiera violaciones de derechos humanos, ése sería el principio para poder decir que hemos conseguido de verdad algo. Desde luego, si me pongo a soñar hay muchas más cosas y los ODS marcan una agenda para poder conseguir un sueño cada vez más bonito, pero si tuviera que quedarme con una cosa, yo creo que sería esa: un mundo en el que no hubiera violaciones de derechos humanos y antes, si pudiera ser.

 

 

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